Azurmendi, N. (2007, 29 de noviembre). Mariasun Landa relata en primera persona el año en que su vida «tomó un nuevo rumbo». El Diario Vasco. https://www.diariovasco.com/20071129/cultura/mariasun-landa-relata-primera-20071129.html
Erein ha editado simultáneamente el original en castellano y la versión en euskera
NEREA AZURMENDI
Jueves, 29 de noviembre 2007
SAN SEBASTIÁN. DV. En la larguísima bibliografía de Mariasun Landa -nominada para el premio Hans Christian Andersen, que se considera el Nobel de la literatura infantil- destacan dos constantes: escribe para niños, con alguna incursión ocasional en la literatura juvenil, y escribe en euskera.
La pareja de libros formada por La fiesta en la habitación de al lado y Festa aldameneko gelan se aleja por completo de la obra habitual de la escritora que, en esta ocasión, ha elegido el castellano como vehículo de expresión y su propia biografía como tema. Erein ha publicado simultáneamente el original en castellano y su traducción al euskera, que ha llevado a cabo, contando con la estrecha colaboración de la autora, Jesus Mari Lasa.
Landa enmarca su libro en el terreno de la autobiografía. Una autobiografía muy parcial, referida únicamente al primero de los cuatro años que pasó en París. Ha seleccionado el año que vivió cuando rondaba la veintena porque «fue el año en el que mi vida tomó un nuevo rumbo»; un año en el que todavía resonaban los ecos de mayo del 68, que fue el «año de la búsqueda y la reivindicación de mi independencia». Desde ese punto de vista, el libro tiene también un aire de retrato generacional.
Basándose en los recuerdos y en las anotaciones de su diario, recrea sus vivencias de joven educada en un ambiente poco dado a aventuras, «madura desde el punto de vista intelectual», que tiene entre sus principales referencias a Simone de Beauvoir o a Sartre. En aquel tiempo, Mariasun Landa ni hablaba ni escribía en euskera -«los recuerdos de entonces me vienen a la cabeza en castellano o en francés»- , razón por la que en esta primera incursión en un nuevo género ha optado por el castellano.
Cuando emprende viaje a París en compañía de una amiga, «pensaba que cualquier día iba a desayunar con Simone de Beauvoir», pero la realidad le ofrece alternativas mucho más modestas, y su búsqueda de libertad se materializa en primera instancia en una larga sucesión de chambres con muy poco glamour -y, pese a todo, el espacio simbólico de la independencia- y de empleos mal pagados y peor considerados.
«En aquellos momentos, París estaba lleno de emigrantes españoles, pero a nosotras no se nos pasaba por la cabeza que pudiéramos ser tratadas como tales, que es lo que precisamente sucedió», recuerda. Abundaban también los exiliados antifranquistas, con los que compartió un sentimiento «común a toda mi generación: el sentimiento de culpa. Cuando estabas allí porque no estabas aquí, y cuando estabas aquí porque tenías la sensación de no estar haciendo lo suficiente». Y todo eso sucedía mientras la fiesta a la que creía que iba cuando salió hacia París, en el mejor de los casos, se celebraba en la habitación de al lado, y no en su precaria chambre.