“Valoro el riesgo y la ternura y así lo reflejan mis libros”

Luna, F. (2003). Mariasun Landa. Cuadernos de Pedagogía, 329, 40-45.

¿Hay que obligar a leer a los niños y niñas?

En el mundo de la lectura, la palabra obligar debería estar prohibida. La lectura es un proceso de persuasión, un acto que ha de ser gozoso para poder ser transmitido y vivido.

Pero muchos piensan que de otra forma los niños y jóvenes no leerían.

Quizás somos demasiado catastrofistas sobre la situación de la lectura hoy, y esto nos lleva a buscar medidas contraproducentes que provocan rechazo en los niños y los jóvenes. Siempre se dice que antes leíamos mucho, pero es que no existía la televisión. En mi casa entró cuando yo tenía 16 años, y no había otra forma de ocio que leer y escuchar historias en la radio, que es algo que ha desaparecido y que es muy interesante y esencial para la literatura. La oralidad se está perdiendo; quizás una razón de que algunos no lean es que no están habituados a escuchar historias y a hablar sobre esas historias en la familia y en la escuela. De todas formas, si reflexionamos un poco veremos que tenemos una visión idílica del pasado, y en cambio hoy todos los niños muestran un respeto hacia la lectura, aunque a algunos no les enganche.

¿A qué se debe esa visión catastrofista?

Quizás nos hemos quedado sin instrumentos y no tenemos claro el proceso. En mi infancia diferenciábamos claramente los libros del colegio de los que nos gustaban. Ahora, tras los cambios en la literatura infantil y juvenil de los años sesenta, estas obras han entrado en la escuela y muchos niños han aprendido a leer con historias agradables, pero el problema es que estos libros se han institucionalizado y se han convertido en obligatorios, lo que provoca rechazo, como siempre ha ocurrido con lo obligatorio.

“La palabra obligar debe estar prohibida en el mundo de la lectura”

Por lo tanto, ¿es necesario desdramatizar?

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